La entrada de Urano en Tauro
Goio Monterroso
Mayo
12, 2018
Astrólogos y astrólogas andamos revolucionados con el hecho de que, en
pocos días, el planeta Urano entrará en Tauro. No es para menos, siendo un
hecho que sucede cada 84 años, e involucra a dos energías de texturas muy
diferentes entre sí: Acuario (regido por Urano) y Tauro.
Muchos exploramos miradas anticipatorias de “qué efecto tendrá” esta
combinación, las cuales, en general, no nos terminan de convencer demasiado, pero
nos mantienen atentos y reflexivos.
Comparto aquí, para
gente no especializada en astrología, alguna información sobre este evento del
cielo, de cuya relevancia no hay dudas, aunque sea difícil anticipar sus
efectos. Esta información no pretende dilucidar lo que todavía no sucedió y que
no sabemos cómo sucederá en su multiplicidad de manifestaciones en los próximos
años.
Datos astrológicos
El planeta Urano, regente de Acuario, que está en Aries desde 2010-11,
pasa a Tauro en 2018-19. Y estará en Tauro hasta el 2025-26. Urano permanece
siete años en cada signo. Su paso por Tauro, entonces, sucede cada 84 años. La
vez anterior fue desde 1934-35 hasta 1941-42.
Los planetas lejanos, como Urano, retroceden (“retrogradan”) unos pocos
grados una vez al año durante unos cinco meses (por supuesto que esto no es un
hecho físico sino un efecto visual desde la Tierra). Por eso, en muchos casos, cuando
entran a un nuevo signo, eso sucede en dos tiempos, y el movimiento involucra
muchos meses.
En este caso, el movimiento de Urano será el siguiente: el 15-may
pasará de Aries a Tauro; el 7-ago empezará a retrogradar; el 6-nov (retrogradando)
volverá a entrar en Aries; el 6-ene-2019 se pondrá directo; y el 6-mar-2019
ingresará de nuevo en Tauro. Para quedarse allí hasta 2025-26, en que realizará
un movimiento similar al pasar de Tauro a Geminis.
Por otra parte, sucede que esta primera entrada en Tauro el 15 de mayo,
es sincrónica (= ocurre al mismo tiempo) con la luna nueva de Tauro, y con la
entrada de Marte desde Capricornio a Acuario. Es decir, se suman al momento otros
dos movimientos que –si bien son de otros niveles- resuenan fuertemente con las
energías de Tauro y Acuario.
Además, el paso de Marte hacia Acuario (que sucede cada dos años) en
esta ocasión coincidirá con un momento de retrogradación también de ese
planeta: en efecto, Marte entra en Acuario (15-may), comienza a retrogradar
(26-jun), reingresa en Capricornio (12-ago), se pone directo (27-ago) y vuelve
a entrar a Acuario (10-sep), donde transita hasta el 15-nov en que pasa a
Piscis.
Implicancias astrológicas (I): el
momento energético (2018-19)
Los “momentos” en que los planetas de lento andar (es decir, más
lejanos a la Tierra) como Urano, se ponen retrógrados o directos, y también sus
momentos de pasaje de un signo a otro, se sienten como una reconocible
agitación energética desde algunos días antes del suceso y durante algunos días
o semanas siguientes (en menor escala, los movimientos de Marte también se
sienten).
Por eso puede decirse que “la entrada de Urano en Tauro” configurará un
clima que tiñe (ya se está sintiendo) desde abril-mayo de 2018 hasta marzo de
2019, con momentos de pico y otros de menor carga. Por supuesto, combinado en
cada ocasión con otros movimientos del cielo.
Los “momentos uranianos” como el que estamos pasando (y varios que nos
acompañarán en los próximos meses) tienen muchas facetas. Entre otras, generalmente
incluyen: situaciones o sucesos inesperados; alteraciones en procesos
eléctricos, electrónicos, etc.; estados anímicos o emocionales de inquietud,
ansiedad y afines; sensaciones de desubicación, desconexión u otros modos de
sentir que perdemos la “afinación” a la realidad; momentos de revelación o
fuertes insights; etc., etc.
Implicancias astrológicas (II): transformaciones
en la vida del planeta (2018-2026)
Más allá de estos momentos muy específicos, un hecho como el tránsito
de Urano por Tauro –que sucede sólo una vez por siglo, digamos, y dura siete
años- hace referencia también y sobre todo a cierta clase de procesos profundos
de transformación, que se irán manifestando durante todos estos próximos años (entrelazados
con otros, naturalmente).
Estos procesos son los que despiertan el mayor interés. Y es en esta
cuestión que astrólogos y astrólogas nos entusiasmamos tratando de “predecir”
qué traerá Urano en Tauro en este siglo XXI.
Predecir con sensatez no suele ser fácil, y tampoco es seguro que valga
la pena gastar la energía en ello. Me parece más interesante, en cambio, tratar
de percibir de qué naturaleza es, qué texturas, qué vibraciones trae la
combinación Urano-Tauro, y abrirnos a vivir y acompañar los movimientos que seguramente
se irán manifestando en estos años en el encuentro entre estos vientos del
cielo y los estados y respuestas de la Tierra.
Urano, el planeta regente de Acuario, implica –en pocas palabras- alteración
de lo preexistente, desorden sobre lo viejo, innovación, creatividad,
imprevisibilidad, experimentación de lo nuevo, impermanencia, mutación, etc. Es
decir, garantía de que las cosas que toca no quedarán como antes y -al mismo
tiempo- imposibilidad de saber hacia dónde saltará la perdiz en cada momento
(“esperar lo inesperado”). Será tal vez por eso que cuando creemos “saber”,
“predecir” qué va a traer Urano, generalmente no sucede “eso” sino otras cosas.
Y como estilo –simplificando mucho- , Urano es abierto y abridor,
rápido y acelerador, irregular, espasmódico, eléctrico, mental, vincular,
impredecible, creativo.
Tauro, el primero de los signos de tierra, hace referencia –en pocas
palabras- a la energía de la materia, la sustancia de la vida, el nivel
biológico de la realidad, la lógica de la necesidad. Lo relacionamos con la
naturaleza, los recursos en general, el alimento, las cosas materiales, el
dinero, etc.
Y como estilo –simplificando mucho- es lento, metabólico, concreto,
estabilizador, retentivo o conservador, potente, sensorial, etc.
¿Qué saldrá de esta combinación? Sería una aventura muy osada tratar de
anticiparlo.
Aquí ni lo intentaremos. No ayudarían mucho en esa tarea, ni la
imprevisibilidad de Urano, ni los obvios e inevitables condicionamientos al
pensamiento que nacen de nuestras propias miradas (individuales y colectivas) de en qué anda el
mundo –el Tauro del planeta, en particular- y qué “queremos” que suceda con él,
así como el trasfondo de temores e ilusiones con que caminamos y miramos a la
vida cambiar. ¡Justo tratándose de esperar lo inesperado!
En cambio, me parece que puede ser útil e inspirador abrirnos al hecho
de que este encuentro en el cielo es un vínculo. Un vínculo entre dos energías.
No una causalidad de algo sobre algo.
Desde esa perspectiva, quizás la pregunta principal no sea “Qué traerá
Urano al Tauro del planeta Tierra” (qué cambios traerá en la naturaleza, los
recursos, la economía, la alimentación, etc., etc.).
Tampoco nos llevaría muy lejos, quizás, ensayar la pregunta opuesta: “Qué
le pasará a Urano –y su típica dinámica de cambios y alteraciones- al entrar en
la lenta y densa textura de Tauro” (¿se lentificarán los procesos de cambio? ..
y otras tantas posibilidades).
No se pierda el próximo capítulo.
Implicancias astrológicas (III):
procesos personales
Por supuesto que el movimiento de Urano por Tauro también movilizará
procesos individuales en la mayoría de las personas (además de procesos en las tramas
y redes familiares, grupales, institucionales, etc.).
Cuándo serán, y en qué áreas de la vida se manifestarán, depende de cada
carta natal. Al menos quienes tienen planetas o zonas importantes de su carta
(ascendente, etc.) en Tauro, Escorpio, Leo y/o Acuario tendrán su hora
uraniana, acuariana, en uno o más momentos
de estos próximos años.
La naturaleza de estas activaciones energéticas uranianas es totalmente
similar a lo que describimos más arriba como estilo de Urano: abierto,
desorganizador, revelador, liberador, etc. Son momentos muy propicios para
liberar energías desenganchando de situaciones estancadas, abrirse a
descubrimientos y revelaciones, dejar cosas atrás, ampliar el campo de
experimentación, etc., siempre y cuando no se pretenda que se mantenga el
orden, la coherencia, la previsibilidad y la estabilidad de las áreas que se
mueven.
Por las buenas o por las malas, algo sucederá. Pero no podemos
anticiparlo. Los modos de manifestarse estos procesos – tanto en personas como
en colectivos- dependen de: a) el estado de cosas previo en esa área; b) el
entrelazamiento con las configuraciones de la carta natal y los demás procesos
que convergen en ese momento; y c) las respuestas que se den ante los
movimientos.
Tejidos del tiempo
Ningún movimiento sucede aislado en el cielo, ni en la tierra. Por eso
es importante no perder la perspectiva de que el encuentro entre Urano y Tauro
sucederá sincrónicamente con otros, de diversa índole y duración. En
particular, me parece que hay que resaltar los que involucran en estos tiempos a
Capricornio, otro signo de tierra y organizador de mundos [i],
a saber:
- el trabajo de largo plazo que viene sucediendo con Plutón (regente de
Escorpio) sobre Capricornio, desde 2008 hasta 2023-24 (un tránsito que sucede
cada 246 años: el anterior fue en 1762-1778);
- el trabajo de Saturno en Capricornio, desde diciembre de 2017 hasta
el 2020 (un tránsito que sucede cada 29 años: el último fue en 1988-1991);
- en encuentro entre Saturno y Plutón en Capricornio, en enero de 2020 (los últimos hitos entre estos dos planetas –conjunciones y oposiciones- fueron
en 1931, 1947, 1966, 1982 y 2001).
Aunque de menor alcance, también merecen tenerse presentes el tránsito actual
de Júpiter por Escorpio (el signo opuesto de Tauro), de oct 2017 a nov 2018, y los
próximos tránsitos de Júpiter por Capricornio (dic 2019 a dic 2020) y por Tauro
(may 2023 a may 2024).
Movimientos en el cielo,
reacciones en la tierra
Da la impresión que en astrología no hemos aprendido todavía lo
suficiente (o no nos hemos acostumbrado) a diferenciar lo que son los movimientos
(encuentros) energéticos en sí –tal como nos los muestran los movimientos del
cielo- de lo que son nuestras respuestas y reacciones a ellos, como seres
humanos, como seres de una cultura, como colectivos, y como planeta mismo. Pero
es importante hacerlo, si queremos utilizar la información astrológica como
fuente de inspiración para percibir y actuar en la realidad, y no como
adivinación de supuestos hechos o destinos.
Tauro es vitalidad, potencia y consolidación de recursos, por ejemplo.
Pero no es raro que lo vivamos como posesividad, miedo a los cambios,
conservadorismo económico, o –en su opuesto- mal registro de nuestras reales
necesidades o dificultad de concretar o materializar.
Urano es apertura, sabiduría cósmica, renovación, experimentación
libre, etc. Pero no es raro que reaccionemos a sus propuestas con ansiedad, o
con retracción, miedos o dramatización (que en nada le pertenecen), o -en su
opuesto- seamos movidos por la hiperacción, decisiones apresuradas o juegos
descomprometidos o irresponsables, desconexión, etc.
Los vientos de la incipiente Era de Acuario siguen soplando a pleno. Nos
invitan, nos empujan, a jugar el juego. Pero no nos revelan las reglas así como
así.
[i] Me
estoy interesando en esto en una investigación que denominé
“Alboroto y transformación en los Capricornios del planeta, 2018-2020 – Una mirada del presente inspirada en la
astrología”.
Me gusto tu mirada, ordenamiento de la info y apreciacion de la musma. Cekebro tu compartida. Gracias Goio
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